“Mujeres en la educación”, fue el tema inaugural del 5to congreso Internacional “Todas las Mujeres que Habitan en mí”, un evento anual que produce el Centro Integral de la Mujer Madre Tierra (CIM-MT) y que este año tuvo la particularidad de presentar 5 panelistas seleccionadas de entre más de 30 postulantes.
Esta primera jornada tuvo lugar el 25 de abril y contó con la representación de países como Colombia, Bolivia, Argentina y Ecuador. Las invitadas conversaron sobre diferentes aristas del gremio, convirtiendo el encuentro en un debate sobre los retos, obstáculos y demandas de las mujeres educadoras en la contemporaneidad.
Las ponencias abarcaron todos los niveles educativos, desde el preescolar hasta la universidad, e incluyeron el abordaje de la enseñanza especial, artística, científica y tecnológica. Además de la rigurosidad investigativa de las ponencias, también se compartieron historias personales e inspiradoras demostrando que muchas luchas personales, al ser visibilizadas, desencadenan estudios y activismos útiles para el futuro de una comunidad o minoría.

¿Qué pasos estamos dando, cuales cambiar y cuáles sumar?
La educación es la semilla del desarrollo social, pero bien sabemos que las mujeres fuimos excluidas de ese sembrado por décadas. Aunque hoy día estamos en las aulas para enseñar y ser enseñadas, seguimos enfrentando barreras. El acceso a oportunidades de crecimiento y la validación de nuestros aportes son comúnmente invisibilizados por cuestiones de género.
Esto quedó demostrado con la participación de Alexandra y Ana Tellez Ferrer, psicóloga y pedagoga colombianas respectivamente, y la de la también psicopedagoga argentina Maria de los Ángeles de los Milagros Bernat quienes hablaron de su desarrollo académico en entornos no accesibles para personas con discapacidad.
Alexandra Tellez es psicóloga, diplomada en salud mental y vulnerabilidad social, y Ana Tellez es Licenciada en Pedagogía Infantil. Ambas nos compartieron su experiencia como creadoras de AlmaFuerteLab, proyecto de metodología educativa enfocado en el desarrollo de habilidades blandas y socioemocionales para reducir brechas educativas
“El 70% de las personas con discapacidad en Colombia no tiene acceso a un trabajo fijo o a una actividad que les genere rédito económico”. Tampoco están implementados planes y recursos para su integración orgánica en el ecosistema socioeconómico del país, según explicaron las autoras.
Ante este panorama, que han vivido en propia experiencia, decidieron ofrecer talleres creativos, asesorías pedagógicas y socioemocionales y otros espacios que permitan a las personas con alguna divergencia adquirir habilidades, desarrollarlas e incorporarse de forma más accesible a la dinámica social.

Otra historia interesante fue la de la psicopedagoga y licenciada en Educación Especial, Maria de los Milagros Bernat, quien a partir de su experiencia como persona con discapacidad visual nos invitó a pensar sobre los procesos de inclusión educativa.
Bernat hizo alusión a que tanto los espacios públicos (baños, vestidores,…) como los educativos tienen una visión categorizantes de las personas con discapacidad donde suele obviarse su género. Todas son encasilladas como parte de un único grupo minoritario y no son estudiadas desde sus interseccionalidades (género, raza, nivel adquisitivo, lugar de residencia…). En consecuencia, las políticas públicas o espacios diseñados para su beneficio suelen tener una utilidad nula o poco efectiva.
Desde su perspectiva, el primer paso para ayudar en la inclusión es preguntar y escuchar lo que tienen por decir las personas con discapacidad. Son ellas las que mejor conocen sus necesidades de adaptación.

El papel de la la educación desde la infancia para romper barreras
Las niñas y las infancias tuvieron espacios en esta convocatoria, rompiendo prejuicios sobre el mundo STEAM. El tema fue abordado por las docentes colombianas Gina Pedraza, Leydi Avila y Ana Gallo quienes son parte de ONE, una propuesta que promueve el acceso equitativo de las niñas a la educación, en ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas.
Prueba de su trabajo fue Sara, una de las alumnas con especial interés en la robótica que nos compartió cuánto y cómo ha aprendido en este proyecto. Las profesoras comentaron experiencias con otros alumnos y destacaron que las niñas demuestran una capacidad alta para dominar las temáticas de ONE.
Señalaron que la curiosidad de la infancia y el acompañamiento desmitificado son los pilares fundamentales para que las niñas se motiven a aprender sobre mecánica, electrónica, programación y robótica. Demuestran ser igual de capaces que los varones. Por tanto, esta escuela aboga porque cada niña se sienta cómoda, libre, resolutiva y capaz tras lograr dominar conocimientos socialmente asociados a los hombres.
Espacios para combatir la violencia
Desde sus principios, el feminismo también tiene a la educación como punto de mira. Es en las aulas donde aprendemos qué hacer, qué decir, a qué aspirar y cuál es nuestro supuesto lugar. Por ende, una escuela con sesgos de género, principios patriarcales y resistencia al cambio es un entorno educativo limitante que puede crear adultos temerarios o violentos.
Si de oponerse a principios educativos como estos se trata, debemos mencionar la participacion de la periodista feminista boliviana Patricia Flores quien trajo la historia de “Voces Vitales: por el derecho escolar a una vida sin violencia”, un espacio creado por su hermana Karen Flores Palacios, fallecida en 2018, quien no encontró apoyo escolar al denunciar los hechos de violencia que sufría su hija, cada vez que unos compañeros la atacaban solo para ver sus episodios de epilepsia y burlarse de ella.

Karen Flores unió el carácter de madre y la sensibilidad ante las injusticias para crear Voces Vitales, proyecto que acoge a niñas y niños bolivianos víctimas de violencia, rechazo, bullying escolar y brinda herramientas educativas en un entorno de educación respetuoso e inclusivo.
El colegio fue tan revolucionario que impactó las políticas públicas de Bolivia al punto de impulsar la Ley Municipal Autonómica “Karen Flores Palacios”, de Promoción de la Convivencia Pacífica y Atención del Acoso Escolar entre Pares en el Municipio de La Paz” la cual propone crear unidades interescolares responsables de aplicar medidas preventivas y correctivas para disminuir y evitar el acoso escolar.
Patricia Flores, quien hoy continúa el legado de su hermana, se ha dedicado al fortalecimiento de liderazgos y trabaja activamente por la defensa de los derechos de las mujeres, la comunidad LGBTQ+ y la construcción de espacios educativos libres de violencia. Su historia familiar es una muestra de que el poder y trabajo conjunto de las mujeres puede dejar huellas históricas en el desarrollo de la sociedad.
Otra de las propuestas que mostro el impacto del activismos feminista en la educacion fue la de Natalia Marcos, docente e investigadora argentina-ecuatoriana, quien conversó y demostró el papel del feminismo y pensamiento disruptivo desde la educación superior y la academia.

Marcos señaló que la educación universitaria latinoamericana conserva el modelo eurocéntrico, capitalista, colonial y patriarcal. Tras la meta de romper lo que dichas barreras implican para las estudiantes, un grupo de docentes feministas de la UArtes de Ecuador crearon el Departamento Transversal.
Se trata de un proyecto que estudia las interseccionalidades históricas que han limitado el desarrollo de las mujeres en el campo de las artes. Han diseñado una asignatura optativa con Debates sobre Artes, Feminismo y Género y hacen activismo sobre el acoso sexual hacia las estudiantes dentro de las instituciones educativas.
La importancia de la adaptabilidad para los retos en la educación
Ariela Fefer, especialista argentina en transformación digital propuso una mirada a la “IA con propósito” puesto que “la tecnología impulsa, pero lo humano lidera”. Su perspectiva nos invita a mirar la inteligencia artificial como un hecho que forma parte de nuestras vidas y que ahora debe ser involucrado de manera asertiva en la educación escolar y familiar de las infancias.
Fefer señaló que esta es una época desafiante para los educadoras. Sus responsabilidades han cambiado; más que dar la información, deben enseñar a procesarla, expresarla con criterio individual y creatividad.
Actualmente muchos estudiantes en vez de sentarse a leer lo que las maestras mandan, piden un resumen a la IA. De esa forma no están aprendiendo, por eso debemos enseñarle sobre la trazabilidad de la información. De lo contrario, ese mismo ejercicio hace que estén desaprendiendo otras habilidades, explicó en respuesta a preguntas del público y subrayó la importancia de capacitar a los docentes en el tema.

Educar mujeres… siendo mujer
Quienes, como mujeres, hemos estado en procesos estudiantiles sabemos que se nos exige estar entre las mejores, comportarnos de una manera específica, estudiar el doble para demostrar que merecemos el puesto. Cuando estamos en ámbitos educativos y de aprendizaje, los rangos de fallo son pocos; ante el mínimo error la validez de nuestra formación y la oportunidad de participar en debates se reduce.
Las ponentes demostraron que educar mujeres, y educar siendo mujer requiere un compromiso ético y un ejercicio continuo de resistencias sororas; de actualización académica, de construcción y deconstrucción de nosotras mismas puesto que no se puede enseñar bien aquello en lo que no se cree.
Educar a las generaciones futuras implica entender el contexto en el que crecen, sus códigos y frustraciones, sin anteponer creencias tradicionales aprehendidas en nuestros anteriores marcos educativos.
Por otra parte, la reducción de la brecha de género en la educación no es algo que podamos lograr pidiendo la palabra y esperando que alguien nos permita intervenir. Nos toca hablar en voz alta, tomar la palabra y la acción con el respaldo sororo de nuestras compañeras y de aquellos compañeros conscientes de que la educación feminista es para todos.
El 5to Congreso nos demostró el trabajo profesional y experiencial que desarrollan las mujeres latinoamericanas para impactar positivamente la educación de sus entornos. Los obstáculos no son pocos, pero enfrentarlos nos merece la pena; la huella que estamos dejando tendrá un impacto global.