Una persona transgénero que busca cambios físicos durante las etapas de transición, pasa por muchísimas decisiones definitivas, algunas las debe tomar previamente y otras posteriormente a la terapia de sustitución hormonal. Ser madres o padres es uno de los puntos sobre la mesa. Te comparto mi caso personal y así cuestionemos juntos infinitas vertientes del tema.
Estando en la camilla con las piernas abiertas, un espéculo en mi vagina le permite al doctor echar un vistazo y tomar una muestra para el laboratorio, que le ayude a identificar los motivos de mi sangrado incesante. Sangrado que me tiene dejando rastros de asesinato desde que salgo de mi cuarto y el único asesinato que he cometido sucede al desprenderse mi útero a veces cada mes, otras cada 4 meses. Y si puede ser anormal esto, pero luego les comentare como sucedía. Volvamos al consultorio.
—Relaja las piernas, vas a sentir un ligero frío.
—Está bien—respondí mientras pensaba: esto terminará pronto, relaja.
Su mano, da vueltas a un torniquete que va despejando un bosque, sigilosamente se inmerge como un cazador mientras mueve algo parecido a una linterna. Par de veces fue de un lado a otro.
—Debe haber una pista del asesino ensangrentado—pronuncie en voz alta—, o aparentemente ha sido un proceso limpio—bromee.
—Tomaré una muestra de tu útero y ovarios para descartar problemas graves, sentirás como un pellizco. —
—Ahhhhhhhh—clavo mis manos sobre la camilla para resistir, mientras simultáneamente evito contraer mis piernas y que la escena del crimen sea peor.
—Listo, en 7 días podemos conocer los resultados.
—Ujum perfecto! ¿A qué se debe que el sangrado continúe después de tantos días?
—Puede ser provocado por algún desbalance hormonal, alguna herida durante el coito o símbolo de desprendimiento por un esfuerzo mayor. Por ahora no aprecio ningún daño físico, por eso solicitare exámenes hormonales, para cerciorarnos con exactitud; puede cambiarse la bata y vuelva a la camilla, haré un eco abdominal.
Para mi fortuna, iniciamos por lo más complicado e incómodo de mis visitas al ginecólogo, sin embargo, no terminaba. Rápidamente, entro en la camilla, subo mi camiseta y anuncio que estoy lista.
Rodando la pantalla y el scanner se acerca a mí, mientras menciona —es un momento perfecto para ver todo el sistema—parecía estar muy emocionado, pero yo, desconocía tanta algarabía.
Presiona y sacude una botella con fina boquilla sobre mi abdomen, nuevamente soy víctima del frio, esta vez, gracias al gel trasparente que facilita visualizar mis entrañas reproductivas.
Asentaba con su cabeza, movía rápidamente el visor sobre mí, hasta que hizo una pausa en la zona derecha y presiono un poco mencionando—puedes tener trillizos si deseas—mi shock fue instantáneo.
—Tri-lliz-os—repito mentalmente, no me dejo divagar, cuando prosiguió.
—Se mira saludable y efectivamente tiene una alta probabilidad de tener un embarazo múltiple.
Esta noticia quizás alegraría a quien su útero no le representase un asesinato cada cierto tiempo y deseara aprovechar su utilidad en un futuro. A mí, me detono de inmediato una idea con dos caminos: uno lleno de injusticia y otro con un posible intercambio que me dejase más cerca de mi transición de género.
Empezaré con la injusticia: mientras algunas personas no pueden gestar, yo puedo tener triples posibilidades en un intento y en aquel momento estaba anulada esa idea. Una total injusticia en la que puedo ayudar y recibir dinero para llevar a cabo mi transición de género o por lo menos continuar la terapia psicológica que de pistas sólidas para resolver mis dudas.
Así fue como intercambié sueños con alguien.
Casualmente, mi ginecólogo estaba especializado en fertilidad, por lo que no dudé en hacer una cita enfocada en escuchar todas las posibilidades, así podría conocer si mi idea se podía llevar a cabo y que ésta representase el menor impacto posible para mi. Ante tanto riesgo para cumplir un sueño, si había cosas que podía cuidar, me era grato conocerlas con anticipación.
—Conozco que se especializa en fertilidad, acudo hoy a cita porque quiero conocer ¿Cómo puedo ayudar a una persona a ser madre? —, no lo dejé responderme cuando proseguí—no deseo ser madre y si bien cuento con apenas 23 años para tomar una decisión prematura, me gustaría aprovechar la actividad fértil de mis órganos para ayudar a otra persona, mientras llego a un punto decisivo referente a la maternidad. De igual modo, lo extraeré total o parcialmente—tome una pausa para respirar y proseguí—iniciaré mi terapia de reemplazo hormonal y comenzaré mi transición de género.
Esta es parte de una real carrera de ratas que atrapa no solo a la comunidad LGBTQIA+, binaria no binaria, sino también a cualquiera persona con dificultades biológicas para gestar o ejercer parentalidad. En el pasado pude ayudar a varias personas y recibir dinero por ello. Si hoy o en un futuro cambiase de opinión, respecto a la maternidad, pudiese necesitar el triple de los montos recibidos en el 2017.
Esta es una de las tantas historias ocultas de la comunidad LGBTQIA+. Conociendo esta realidad, ¿consideras que existen suficientes criterios válidos que estén a tus manos, para cuestionar la mater/paternidad de las personas de acuerdo a su biología, rol o identidad dentro del círculo familiar?