La política migratoria actual de los Estados Unidos contra los migrantes no solo ha movilizado la vida familiar, sino también la de organizaciones y proyectos comunitarios en busca de nuevas estrategias para proteger a las personas de arrestos, discriminaciones y limitaciones.
Cuando el día a día de un migrante se convierte en trabajar, pagar y camuflar su identidad para esconderse de ICE, hay poco tiempo para entender leyes cambiantes y buscar mejores vías para exigir derechos ante instancias gubernamentales.
Precisamente, las organizaciones comunitarias juegan ese papel. Crean redes de apoyo, estudian las regulaciones, abogan por cambios legislativos y administran recursos para ofrecer asesoría, formación y capacitación a su público.
Según datos del Pew Research Center, hasta 2023 Pensilvania tenía 300,000 migrantes no autorizados siendo uno de los doce estados donde este grupo creció más entre 2021 y 2023. Por eso, el trabajo de las organizaciones se ha intensificado y deviene cada vez más necesario.
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En conversación con varios líderes y lideresas comunitarias, la mayor problemática resulta ser la persecución migratoria y el pavor que causa se sitúa como. Le siguen los recortes de fondos para servicios públicos, la obstaculización de espacios políticos donde abogar por las comunidades migrantes y el aumento de coacciones y abusos por parte de los dueños de negocios hacia el personal migrante.
También resaltan la falta de recursos bilingües para la formación educativa de las familias, el aumento de la censura sobre temas relacionados en los medios de prensa y el riesgo de que Filadelfia deje de ser una ciudad santuario; sobre este último la codirectora de la organización comunitaria Movimiento Nuevo Santuario de Filadelfia, Blanca Pacheco, explicó que lo único que quiere decir ser ciudad santuario “es que la policía no colabora con inmigración y permite que cualquier persona que haya cometido algún tipo de crimen siga el sistema judicial sin que inmigración se involucre”.
Los integrantes de Nuevo Santuario han organizado protestas, cartas de clero y otros llamados de atención para concertar una reunión con la Alcaldesa de la ciudad Cherelle Parker sobre este tema, pero al cierre de esta edición, no han recibido respuestas.
Dado que estas acciones dependen de la colaboración interorganizacional, también han establecido alianzas con otras organizaciones de la ciudad como: HIAS (Hebrew Immigrant Aid Society) y National Service Center para brindar representación legal a los migrantes citados ante la justicia.
“[Asistimos a las Cortes para] mostrar en esos espacios -que son violentos y destruyen familias- que hay una comunidad detrás de la persona, que no está sola, que estamos mirando y también para tener conocimiento de qué es lo que está pasando en esos espacios de primera mano”, explicó Pacheco y añadió que al ser una organización interreligiosa, ofrecen sesiones de oración para hacer los procesos más llevaderos.
Los migrantes también lidian con el peligro de seinterceptados por ICE en sus centros de trabajo y/o de ser coaccionados por dueños que amenazan con llamar a esta autoridad si reclaman sus derechos laborales. Esta situación se vuelve más preocupante en barrios, servicios o locales como los restaurantes, bares, limpieza y cuidado, donde el personal es mayormente extranjero.
Sobre el tema, Lucia Navarro, coordinadora de base del Comité de Trabajadores de Restaurantes de Filadelfia contó que desde el comienzo de la actual administración se han enfocado en brindar talleres de capacitación en derechos laborales y prevención del acoso en centros de trabajo.
Regularmente su equipo visita restaurantes del sur de Filadelfia para ayudarles a implementar un plan de seguridad ante las redadas. Sin embargo, Navarro ha notado un comportamiento individualista en varios propietarios.
“En la mitad de los restaurantes a los que vamos quieren ayudar, pero la otra mitad dice que no les importa, especialmente restaurantes con dueños latinos. Es raro para mí. [Algunos dicen cosas como] yo tengo papeles, a mí qué importa, si se llevan a mis trabajadores, pues puedo encontrar más”.
Entre sus metas estaba hablar con más trabajadoras, “pero ha sido muy difícil porque los gerentes y los dueños no quieren que ellos paren de trabajar para escuchar esta información”, compartió la coordinadora.
En términos probabilísticos, esta actitud puede ser resultado de la adaptación a las dinámicas de vida y económicas estadounidenses más individualistas. También, de una exacerbación de la lógica: “salvar el terreno propio” donde quienes tienen documentación legal asumen que ayudar a quienes no tienen autorización, los ponen en riesgo de perder su estatus y sus bienes.
La realidad es que ya se han reportado detenciones arbitrarias de residentes y ciudadanos, por lo cual, asumir una posición de superioridad o desinterés por el tema migratorio y las vidas que afecta no exime de peligros.
Por otra parte, como contó Blanca Pachecho, varias personas están yendo a las Cortes solas y terminan arrestadas.
“Hemos visto a los familiares luchando [para que] quienes han sido arrestados accedan a medicina y ha sido muy difícil. Hay mucho abuso en las cárceles y también hemos visto que, al menos a principio de año, cobraban miles de dólares para liberar a la persona. Los familiares han tenido que buscar ayuda en organizaciones como las nuestras y desesperadamente tratar de salvar a sus familiares”.
Lo que viven a diario estas lideresas comunitarias ayuda a medir el termómetro emocional y los obstáculos de cualquier migrante en Filadelfia. Uno de los mayores obstáculos es la confusión que suelen tener quienes llegaron en los últimos años por no saber a qué clasificación migratoria aplicar según su situación, y la falta de recursos económicos para pagar abogados, como explicó Pacheco.
Señaló además que a veces surgen alertas de migración en un barrio, pero resultan ser falsas. Aprender a identificar entre una noticia real o falsa suma estrés y desesperación a la comunidad.
pasar a la acciòn
Aunque el contexto es desalentador, este ha sido un periodo de intensa búsqueda de soluciones que permitan a los migrantes cuidarse ante redadas, darle curso a sus casos legales, conocer sus derechos y proteger sus familias. Nuevo Santuario, por ejemplo, organiza la campaña Coalición Driving PA Forward para lograr que se aprueben licencias de conducir a los migrantes.
La legislación ha sido presentada cuatro veces -la última a principios de 2025- en la Casa de los Representantes. También ha sido defendida en el Comité de Transportación y los legisladores para pedirles que voten a favor, según relató Pacheco, quien también detalló:
“La licencia estándar ahora mismo la puede obtener cualquier persona que tiene algún tipo de estatus legal, pero no las personas sin un número de seguro social. Entonces, estamos pidiendo que se edite el código 75 para permitir a los inmigrantes sin un Social Security obtener una licencia de conducir como sucede en otros estados como New Jersey, por ejemplo”.
Con respecto a la posición de los partidos explicó:
“Se habla mucho como que el Partido Demócrata culpa al Republicano y el Republicano al Demócrata por la situación [actual], pero en realidad ninguno de los partidos realmente está pensando activamente en tomar acción para resolver, al menos, ayudar a aliviar algunas de esas cosas, por ejemplo, hablando de licencias de conducir”, explicó la codirectora de Nuevo Santuario.
Desde su perspectiva, los representantes del Partido Demócrata podrían resolver cuestiones en favor de la comunidad migrante como, por ejemplo, “proteger los datos de las personas migrantes para que no sean entregadas a inmigración, pero no lo están haciendo”.
En el caso del Comité de Trabajadoras de Restaurantes, divulgan y capacitan sobre cuatro leyes importantes para la población migrante que regulan los salarios, el pago Ley de Enfermedad Pagada, horario justo y la Ley Poder, aprobada en marzo.
Lucia Navarro explicó que la Ley Poder es un paquete de leyes que refuerza las tres anteriores y crea una lista de malos actores. Esto último, señaló, se refiere a registrar propietarios que reinciden en el acoso a sus trabajadores por lo que podrían perder su licencia de trabajo.
Sin embargo, las demandantes deben conservar pruebas de todo con fotos, mensajes, comentarios, para poder validar el caso, algo que no siempre pueden hacer. No obstante, el Comité de Trabajadoras está en alianza con la Oficina de Trabajadores de Protección Laboral y el Community Legal Services para presentar los casos, incluso de manera anónima si las empleadas lo prefieren.
Las capacitaciones sobre la Ley Poder, junto al taller de Prevención del Acoso, les aportan a la comunidad herramientas para identificar “qué es el consentimiento, cómo identificar acoso sexual, microagresiones, cómo desescalar situaciones, apoyar y crear una red de sobrevivientes”.
Puesto que los derechos de las mujeres parecen encabezar la lista de los más vulnerados, lo anterior se vuelve prioridad para evitar que las presiones económicas y perspectivas sociales conservadoras desencadenen una escalada de acoso y la violencia de género en la escena laboral y familiar.
Otras organizaciones como Venezuelan American Caucus (VAC), Alianza Nacional de Trabajadoras Domésticas (NDWA-PA), la Asociación Liberiana Mandingo de Pensilvania y Juntos también se organizan para apoyar a la comunidad. Todas concuerdan en que el temor permanece y que, ante las alertas de redadas, han debido perfilar las estrategias de comunicación para no difundir noticias falsas o lanzar alertas innecesarias.
Aurora Muñoz, gerente de organización de la NDWA-PA, explicó que actualmente intentan divulgar en la comunidad el acrónimo CAFETO para que las personas puedan reportar a su organización y a Juntos información precisa sobre las redadas. Cafeto ayuda a identificar los detalles del hecho: Cantidad de agentes, Actividad, Fecha y hora, Traje o uniforme, Orientación y ubicación. La revisión y comprobación de información se ha convertido en un pilar de orientación y protección comunitaria.
Las organizaciones comunitarias también necesitan ayuda
Desde la perspectiva de equipo y de gestión de proyectos, Lucia Navarro señala que todos los que hacen trabajo con migrantes tienen alguna conexión personal con la situación y la comunidad. Entonces, enfrentarse a estos escenarios, ser testigos de la deportación de familiares del equipo han sido factores que, aunque no frenan su trabajo, si resienten su salud mental.
Además, los recursos disponibles han disminuido amenazando la supervivencia de estas organizaciones. Algunas que dependen de fondos federales han debido incluso despedir personal, mientras que las autosostenibles y/o esponsorizadas deben someterse a una mayor competencia para recibir presupuestos. Por ende, el voluntariado ha devenido esencial para continuar trabajando.
“Una vez al mes nosotros vamos a vecindarios donde ha estado presente inmigración o donde podría estar para hacer conversaciones. [Vamos] puerta a puerta para dejar materiales de derechos, hacer saber a esos negocios que existen recursos, dejar nuestra información y también pedir apoyo para [la campaña por las] licencias de conducir. Entonces, donar tiempo es algo que se podría hacer y tenemos entrenamientos para eso”, concluyó Blanca invitando a unirse a la organización como voluntarios.
Lucia Navarro desde el Comité de Trabajadoras de Restaurantes también convoca a todas las personas a tomar los talleres y donar horas de trabajo a la organización. Todo apoyo influye dado que el acceso a becas de sostenibilidad se vuelve más competitivo y disminuyen los fondos de las organizaciones patrocinadoras.
Mantenerse bien informados, verificar datos antes de divulgarlos, proporcionar la información correcta, ayudar a los vecinos ante las barreras económicas, idiomáticas, emocionales y donar tiempo son algunas de las acciones que mantendrán estas organizaciones funcionando.
¿Las vidas de los migrantes importan?
Miles de personas han sido expulsadas a sus países de origen, incluso a terceros. Otras auguran un cambio en el proceso electoral -en el que no todos pueden participar- y planean sortear los próximos tres años a escondidas. Hay quien alistó sus maletas y se fue por decisión propia, y hay quien mantiene la fe aunque una maleta lista duerme al lado de su puerta.
Pero, ¿por qué una organización debería proteger a un migrante? ¿Por qué un migrante debería quedarse en este país?
Es común que se hable del derecho de los migrantes a estar en Estados Unidos en nombre de “su buena conducta, sus valores cívicos, su trabajo incansable y el pago de impuestos”. Y sí, es cierto que deben cumplir estas reglas, pero la narrativa que defiende el derecho de los migrantes a quedarse en base a su aporte al IRS borra los pagos que se hacen en otros ámbitos.
Un barrio mexicano, por ejemplo, no es un espacio que Estados Unidos le prestó a la comunidad, sino un territorio que le vendió por un alto precio económico y otro emocional. Aun así, los migrantes no tienen por objetivo colonizar, imponer su cultura, esclavizar ni asesinar por motivos étnicos a los norteamericanos.
En cambio, habitan esos espacios, los humanizan, los activan económicamente y los resignifican, incluso con mayores obstáculos que los nativos. Tal vez la garantía de estar construyendo en comunidad y no afectando el “espíritu norteamericano” está ahí: aquello que cuesta mucho trabajo alcanzar, suele ser valorado, respetado y preservado.
Cada migrante es la vida que dejó atrás como moneda de cambio. La mitad del proceso se trata de adaptación al idioma, a la cultura, la comida, las leyes, las dinámicas sociales, la educación, el amor, los cuidados de salud, la soledad. Es una transformación compensatoria, pero igual de dolorosa.
A propósito The Pew Charitable Trust en una investigación sobre la vida familiar de los migrantes en Filadelfia explicó que entre 2018 y 2022 la ciudad “tenía la segunda mayor proporción de residentes nacidos en el extranjero sin seguro médico (19%, o alrededor de 45.000 personas)”.
¿Imaginas tener una enfermedad y no poder asistir al hospital por falta de seguro médico? Seguro sí, esto también les pasa a los oriundos. Ahora imagínate llegando a urgencias explicando tu dolor o lo que cubre tu seguro -en caso de que lo tengas- en español, portugués, creole o guaraní y que nadie entienda tu idioma.
Migrar también es eso: una enfermedad ignorada por falta de dinero o la brecha idiomática, no saber si saludar de mano o con abrazo, no intercambiar miradas para evitar malentendidos, ignorar los chistes cuando dices What’s goin on? y la O no tuvo el giro perfecto.
Es no contar con la vecina que te hace una sopa posparto, no entender las recomendaciones de la maestra sobre los progresos de tus hijos, frustrarse por no entender lo que dicen cuando empiezan a pensar en inglés e insistir para que no pierdan el idioma. Es comer frutas que no saben igual, que los cumpleaños pierdan sentido y que no alcance el tiempo para enseñarle a otros tus recetas de cocina.
Es todo ello y, aun así, elegir hacerlo porque emigrar te permite cumplir metas que antes parecían impensables, porque te tranquiliza proveer a los tuyos de lo que necesitan. Es repensar la opción de regresar a tu país porque aquí ya formaste otra familia, otro círculo de amigos y otra versión de ti.
Las organizaciones comunitarias saben perfectamente que ese es el precio más caro: adaptarse y pertenecer. Saben que todo ello es más confuso, difícil y costoso con una política abiertamente antimigratoria y etnicista. Por eso, tienen estos problemas enlistados y, en conjunto, van buscando salidas.
El liderazgo comunitario mueve la sociedad con enfoques sociales, humanitarios, mientras las personas trabajan y sostienen la economía. Crean lazos y conexiones que permitan a los migrantes saber en qué terrenos están dando sus batallas, al tiempo que escuchan y asesoran con amabilidad para hacer la adaptación más llevadera.
Por: Equipo de redacción Madre Tierra.
“Este contenido forma parte de “Más Allá del Miedo: Respuestas comunitarias ante el nuevo ciclo de criminalización migrante”, un proyecto periodístico de soluciones del Centro Integral de la Mujer Madre Tierra, en alianza con PhillyCAM y Kensington Voice, con el apoyo de Philadelphia Journalism Collaborative”.